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lunes, 4 de abril de 2011

Domingo 3 de Abril de 2011

La prensa “libre” y sus voceros 

Como consecuencia de un largo e irresuelto conflicto laboral, el diario Clarín del pasado domingo no fue distribuido. Los medios hegemónicos hablaron de censura y del fin de la libertad de prensa, aunque omitieron decir por qué los trabajadores habían impedido la distribución del diario. Fieles a sus patrones, los periodistas y pensadores “independientes”, con voz trémula y palabras angustiadas, se unieron al dolor de la empresa. Esa suerte de Armada Brancaleone gimió a favor de la libertad de prensa, pero tampoco dijo una sola palabra acerca de las verdaderas causas del conflicto. Un par de días más tarde les cayó la ficha que necesitaban para completar el tablero: la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Plata le otorgó al presidente Hugo Chávez el premio Rodolfo Walsh a los Presidentes Latinoamericanos por la Comunicación Popular.

Es cierto, el título es algo extenso. Tal vez para cumplir con aquella premisa de Gracián (“Lo bueno, si breve, dos veces bueno”), los medios hegemónicos decidieron transformarlo en premio a la Libertad de Expresión. La brevedad no consiste en cambiar el concepto, pero ellos necesitaban cambiarlo, de ese modo podían referirse al desatino cometido por la Facultad de Periodismo de La Plata: premiar a un dictador que se empeña en clausurar las emisoras de radios y los canales de televisión opositores a su gobierno. Los periodistas y pensadores “independientes” una vez más, obedientes, unieron sus voces de protesta.
Sin ánimo de abrumar, transcribo algunos datos: hoy en Venezuela hay en actividad cerca de 400 emisoras de radio y algo más de 50 canales de televisión. Sólo tres emisoras y cinco canales pertenecen al gobierno. Las otras 397 emisoras y los otros 45 canales son privados y en su casi totalidad abiertos opositores. En 2002, los canales Globovisión, Rctv y Venevisión apoyaron a los golpistas que intentaron voltear al gobierno bolivariano, democráticamente elegido. Esos canales siguen en el aire y persisten en la peregrina idea de derrocar por la fuerza al presidente venezolano.
He oído a algunas voces piadosas justificar a esos periodistas y pensadores “independientes”. Sostienen que tal vez no están bien informados. Aceptar eso sería considerarlos tontos; entiendo que no son tontos, aunque sí mentirosos. “Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”, supo decir Joseph Goebbels. No es casual que algunos de esos periodistas y pensadores “independientes” se hayan maquillado para que nada quedase de aquel progresismo que supieron detentar, aunque, nobleza obliga, se siguen proclamando de izquierda. Otros ni siquiera padecen ese problema de conciencia: son servicialmente neoliberales. A unos y a otros los veo como intérpretes de una película de Fellini: en fila, dóciles, rumbo a la pista del gran circo, dispuestos a representar el papel que les ha tocado en el sainete. Detrás, aunque no muy detrás, está el coro de ángeles opositores que desde ambas cámaras repetirán, con aire trágico, las palabras que les ha dictado el maestro de ceremonia. Me inquieta lo poco creativos que son. No hay uno solo que logre articular alguna frase diferente o una óptica distinta a la que les han ordenado. Son actores que cobran por su papel y se limitan a interpretarlo. Para colmo, resultan pésimos actores, ya casi nadie los aplaude.

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